Tarde de junio. Más fría de lo que debería ser. 600 km lejos de casa un triatleta catalán está subiendo una dura rampa de una carretera del País Vasco. No es un tramo cualquiera, es lo que muchos llaman "el muro". Una rampa infernal. Nada más y nada menos que una pendiente del 18%. Es corta, pero intensa. Muy intensa. Las fuerzas del triatleta catalán están al límite. Las piernas empiezan a negarle la energía. Comienza una dura batalla entre su cabeza, que no puede más, que está meditando el abandono, y su corazón, que aún quiere intentarlo. Las emociones y la ilusión les empujan a seguir adelante con su sueño. Unos gritos de Aupa Martí le regalan una dosis de energía extra para superar El Muro. Después de todo muro debe haber la luz. Le quedan pocos kilómetros para llegar a boxes y ahora no abandonará.
20 días. Sólo 20 días para ver cumplido un sueño. 20 días más de sufrimiento e incertidumbre para saber en qué estado llegaré. 13 de junio a las 14.15 de la tarde. Es la fecha y la hora señalada. El momento que hace más de cuatro meses estoy esperando. Desde aquel día que con la ilusión de un niño me senté delante del ordenador (mejor dicho: 2 ordenadores y un iPad) para inscribirme al Triatlón de Zarautz, la padre de las triatlones, el triatlón de media distancia por excelencia. La prueba que dicen que todo triatleta debe hacer en algún momento de su vida. En 17 minutos se acabaron las inscripciones y yo fui uno de los afortunados.
Aquel sábado de febrero me inscribí con ganas de ponerme un nuevo reto en la mente, después de un paron de tres meses. Ese día pensé que en cuatro meses tendría suficiente para llegar en buenas condiciones para afrontar los 2.900 metros de natación, los 81 exigentes km de bici y los 20 km de disfrute (relativo) entre las calles de la bonita población vasca. La realidad ha quedado lejos de mis previsiones. Lesiones y otros problemas me han impedido hacer una preparación adecuada para llegar al día D en las mejores condiciones y sufrir lo menos posible.
Es el año que menos he nadado, es el año con menos km de bici acumulados. Corriendo, por suerte, voy mejor. Pero hace un mes que estoy falto de energías. Estoy perdiendo peso y las piernas no me funcionan. Algo pasa dentro de mí que aún desconozco. Quizás estoy demasiado cansado, nervioso por temas laborales y duermo poco. Apenas duermo entre 5-6 horas, últimamente. Lejos de las 12 h que confiesa el futbolista Xavi Hernández que pasa en la cama (entre la noche y la siesta). Y yo sé muy bien que es tan importante un buen entrenamiento como un buen descanso. Pero no hay manera.
No es normal que llegue el sábado y en la salida de bici me quede tirado cuando mis compañeros tiran un poco. Es una situación desesperante y mientras el tiempo va pasando, el reloj no se detiene. Ya no se que tengo que hacer para volver a sentirme como lo que es habitual en mí.
20 días. Sólo quedan 20 días. Una mezcla de desazón e ilusión me remueve constantemente el estómago. Sentimientos contradictorios: un ilusión extrema, mezclada con respeto y más bien miedo. Seré capaz de terminarla? Podré superar las dificultades que plantea el recorrido?
Pero lo seguiré intentando, la ilusión por encima de todo. Seguiré luchando cada día para combinar entrenamientos, trabajo y familia ... y sueño (si puedo). Sólo quedan 20 días.
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